No soy fan de “La Guerra de las Galaxias”. Jamás lo
fui, no lo soy actualmente ni creo llegar a serlo en el futuro. Mi actitud frente
a la franquicia creada por George Lucas es la misma que acostumbro mantener
frente a la Selección Mexicana de Futbol; sé que existe, le doy su lugar, y lo
que haga o deje de hacer me tiene sin cuidado. Sin embargo, hay una razón especifica
por la que me siento agradecido con ella: el haberme dado algo de lo cual poder
reírme. Me explico. No insinúo que la trilogía original, las precuelas, los comics, los videojuegos o cualquier otra
de sus derivaciones me parezca necesariamente un objeto de burla. Digo, por
supuesto que intentar escuchar los diálogos de “El Ataque de los Clones” con una cara seria puede ser doloroso
hasta para el más devoto aprendiz de Obi Wan Kenobi. Pero a lo que me refiero más
bien es que, si bien la franquicia no ocupa un lugar en mi corazón, las parodias
a su alrededor constituyen una historia diferente. Y pocas de ellas ocupan un lugar
tan distinguido como “Spaceballs” (1987).
Para quienes no pueden presumir de ser conocedores (o como en
el caso de un servidor, conversos empedernidos) del universo cómico de Mel Brooks,
quizás uno de los aspectos curiosos de esta película sea el hecho de que, a
pesar de que la saga pedía a gritos un símil humorístico desde el comienzo y que
cualquier director hubiese aprovechado el momento en que la fiebre por la misma
se encontraba en su más alto punto de ebullición, Brooks decidió esperar diez
años después del estreno de “Episodio
IV: Una Nueva Esperanza” antes de hincarle el diente; esto con el propósito
de darle a su “victima” la oportunidad de que sus convenciones y clichés fueran
asimilados por el inconsciente colectivo, y por consiguiente, susceptibles de ser
reducidos al absurdo, infantil y escatológico nivel que caracteriza a títulos
más conocidos de su curriculum como “Locuras
en el Oeste” y “El Joven
Frankenstein” (1974). De esta forma, el Imperio Galáctico de Lucas se ve
degradado al gobierno del planeta Bola
Espacial, mismo que acaba de agotar sus reservas de aire puro gracias al
incompetente desempeño de su presidente (Brooks); la presencia maligna de Darth
Vader es intercambiada por la del patético Dark
Helmet (Rick Moranis), tanto Han Solo como Luke Skywalker son burdamente fusionados
en el caza recompensas Lone Star
(Bill Pullman), y la sabiduría de Yoda acaba corrompida con delicia en la
persona de Yogurt (también Brooks); pequeño
ser verde encargado del descarado posicionamiento de productos derivados de la película
misma. En uno de sus diálogos, sugiere abiertamente la posibilidad de una
secuela titulada “Spaceballs 2: La Búsqueda de Más Dinero”.
Pero más allá de su irreverencia al legado cultural de la
franquicia, otro elemento coloca a “Spaceballs”
en una posición aparte de los demás territorios fílmicos “profanados” por
la mano de Brooks. Mientras que obras anteriores se esfuerzan por mantener
cierto grado de fidelidad con la identidad narrativa de los blancos de sus
burlas, ésta no da señales de preocuparse más que por tomar prestado lo mínimo
que remite claramente a la galaxia de Lucas y usarlo como un pretexto para dejar
volar lo más lejos posible a su irrespetuosa imaginación; al punto de lograr
una versión alternativa que bien podría existir al margen de su propia
inspiración. Mucho más que parodiarla, Brooks la desmantela parte por parte y la
reconfigura de acuerdo a su visión tanto particular como retorcida.
Siendo honestos, “Spaceballs”
difícilmente merece ser recordada como uno de los puntos altos en la
carrera de su creador. Sobre todo tomando en cuenta que varios de sus chistes
delatan lo mucho que ha envejecido. No obstante, su deconstrucción implacable de
una de las piezas de ficción más populares de todos los tiempos se antoja en
estas fechas como un exquisito bálsamo de anarquía para todos los que somos
ajenos a lo mucho que la saga tiende a ser tomada y a tomarse en serio. De modo
que, en retrospectiva, me siento en deuda con Lucas. Después de todo, sin el
poder de la Fuerza, ¿cómo hubiera yo podido conocer el poder del “Schwartz”?
*HOY EN: https://www.lajornadamaya.mx/2015-12-18/Spaceballs